El martes, pasado, “Palosanto”, el tan esperado nuevo álbum de Enrique Bunbury salió a la venta, y la tienda de discos Amoeba, en el centro de Hollywood, fue donde 400 afortunados fanáticos de Bunbury esperaban para saludar y obtener el autógrafo de su héroe musical.
Alrededor de las 3 de la tarde, se anuncio en la entrada de la tienda y las paginas sociales Bunbury que los 400 espacios para autógrafos se habían agotado, y eso que Bunbury no iba a tocar como normalmente se acostumbra en estos eventos, en los cuales después de un corto concierto, inicia la firma de autógrafos.
Al andar caminando dentro de la tienda, escuché algunos de los empleados de Amobea hablar de lo sorprendidos que estaban de que se hayan vendido los 400 espacios, y otra gran cantidad también había sido vendida a través del portal de internet de Amoeba, y esto era alrededor de las 4 de la tarde, y también había muchos más de 400 fanáticos buscando el nuevo disco, pero solo los primeras 400 personas tendrían la oportunidad de saludar a Bunbury.
Al pasear por las afuera de la tienda, platique con las personas que estaban primeros en la línea, y me contaron que habían venido desde Tijuana y Mexicali, y que estaban ahí esperando desde las 3;30 a.m. otras gentes habían venido de lugares todavía más lejanos como Las Vegas, el estado de Arizona y el norte de California.
Tal como había sido anunciado, a las 5 en punto, Enrique apareció y los canticos de “Enrique, Enrique…” no se hicieron esperar, y después de agradecer y dar un saludo, Enrique prosiguió a firmar los primeros autógrafos. Con una gran sonrisa y un trato muy amable, Enrique no solo firmó los discos, si no que miraba a sus fanáticos en los ojos y les ponía atención a lo que le decían, y aparte de saludar de mano a cada uno de ellos, muchos, hombres y mujeres, pedían un abrazo, y Enrique, accedía sin ninguna vacilación.
Al retirarse después de haber obtenido el autógrafo y haber intercambiado unas palabras con su ídolo músical, varios de los fans, se limpiaban las lagrimas de sus ojos, otros temblaban de emoción, y otros gritaban de gusto. Al preguntarles a algunos lo que sentían, algunos decían que ese era el mejor momento de su vida, otros decían que no podían describir la emoción que sentían, y otros decían que no se imaginaban que Enrique los fuera a tratar tan bien.
La sesión de autógrafos se suponía que terminaría a las 7 p.m., pero la línea todavía era larga, y Bunbury se quedó por más de una hora después lo programado y firmó cada uno de los discos a los 400 personas que se habían ganado su lugar.
Después de ser testigo de lo que sucedió en Amoeba, lo único que puedo decir es que Enrique Bunbury es un artista que deberás quiere y respeta a sus seguidores y sus seguidores le reciprocan ese respeto con el amor y la lealtad que tienen por Enrique y su música.
Fotos – Angel Aguilar
Escrito – Angel Aguilar